El plato faltante en la mesa de la inversión: La revolución de las startups en la industria alimentaria en Latinoamérica

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En una era donde la industria alimentaria enfrenta desafíos sin precedentes, Village Capital se distingue por su habilidad para identificar y fomentar las tendencias emergentes de este sector en el emprendimiento de impacto regional. 

Ante la necesidad urgente de soluciones innovadoras y eficaces, y un ecosistema que frecuentemente está fragmentado, organizamos una serie de encuentros estratégicos que buscaron juntar a expertos y agentes de cambio en Brasil, Colombia, Chile y México durante marzo y abril del 2024. Estas reuniones resaltaron desafíos clave y marcaron el camino hacia nuevas oportunidades que podrían transformar la relación entre el atender el desperdicio de alimentos y el emprendimiento de impacto. 

Dispuestos a escuchar a actores con mayor conocimiento de este ecosistema, dos aspectos cruciales llamaron nuestra atención: la escasez de conocimiento sobre las opciones de financiamiento alternativo para emprendedores, más allá del capital de riesgo tradicional, y la urgente necesidad de colaboración entre los diferentes actores del ecosistema para construir un mejor panorama en Latinoamérica. 

Al situarnos en la intersección de la innovación tecnológica y la colaboración estratégica, buscamos fomentar un entorno de colaboración y aprendizaje continuo, manteniendo el ecosistema en constante evolución.

Sin embargo, las startups en esta industria enfrentan enormes barreras para obtener uno de los pilares esenciales para su crecimiento: capital. Tres factores se destacan entre estas barreras: 1) la falta de comprensión del sector, 2) la complejidad del modelo de negocio, y 3) las expectativas de retorno sobre la inversión. 

La complejidad del modelo de negocio en la industria de alimentos se debe en gran medida a la ciclicidad de las ventas, que conduce a fluctuaciones en el flujo de ingresos. Además, el uso de productos perecederos demanda que estos sean comercializados y vendidos rápidamente para evitar pérdidas. Los procesos de desarrollo y pilotaje pueden ser sumamente demandantes en tiempo y recursos. Por otro lado, la logística de recolección, almacenamiento y distribución de estos alimentos puede ser especialmente complicada en regiones con infraestructura de la cadena de suministro deficiente. Estos factores combinados dificultan la escalabilidad de los negocios enfocados en el desperdicio de alimentos y los hacen menos atractivos para el capital de riesgo tradicional, que busca crecimiento exponencial y dominio del mercado.

Es fundamental reconsiderar cómo producimos y distribuimos alimentos. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en Latinoamérica y el Caribe se desperdician más de 220 millones de toneladas de alimentos al año, lo que equivale a 330 kilogramos por persona anualmente, o 150 millones de dólares en pérdidas. Este inmenso desperdicio no solo genera pérdidas económicas significativas para los agricultores y eleva los precios para los consumidores, sino que también exacerba la inseguridad alimentaria en una región donde 131 millones de personas carecen de acceso a una alimentación adecuada. La reducción de estas pérdidas es imperativa para mejorar la eficiencia económica, para mitigar el impacto ambiental y fortalecer la seguridad alimentaria de las comunidades vulnerables. Es imperativo entender que no existe una falta de producción de alimentos, sino una falta de eficiencia en su cosecha y suministro, e inequidad en su distribución.

Del desperdicio a la innovación: Colaboración y comprensión mutua

Las soluciones desarrolladas por startups en la industria alimentaria no son solo deseables, sino esenciales. Los primeros inversionistas que apuesten por estas innovaciones jugarán un papel clave en la ruptura de un ciclo de inversión que no fue diseñado con esta industria en mente, facilitando el crecimiento de estas empresas y por ende, su impacto. Para superar estos obstáculos, necesitamos fomentar un entorno donde la colaboración entre startups, inversionistas, grandes corporaciones y gobiernos sea la norma y no la excepción. Las soluciones a la crisis alimentaria no vendrán de un solo actor o intervención, sino de un esfuerzo colectivo y multifacético, incluyendo aportaciones que trasciendan el capital monetario como el apoyo de actores que entiendan el problema, sus barreras de entrada y lo que es más importante, se beneficien de apoyar a emprendimientos de este tipo.

Imaginemos una fila de fichas de dominó: el desperdicio de alimentos es la primera ficha. Si esta falla y cae, desencadena una serie de desafíos a nivel social y ecosistémico, tales como pérdidas económicas, inseguridad alimentaria y mayores impactos ambientales. Sin embargo, esta problemática también presenta numerosas oportunidades para encontrar soluciones innovadoras.

En este contexto, startups latinoamericanas como Origino, Urban Farmers Pro y TuPlaza, quienes formaron parte del programa Reshape Consumer Behavior 2023 de Village Capital, con apoyo de Posner Foundation, son ejemplos de cómo se pueden abordar estos retos.

Origino introduce la trazabilidad de la cadena de suministro para capturar información de los productos agrícolas desde el origen hasta la venta minorista minorista. Su solución tiene aplicaciones potenciales para reducir el desperdicio de alimentos al proporcionar visibilidad de extremo a extremo a todas las partes interesadas, incluidos consumidores, minoristas, proveedores y productores.

Por su parte, Urban Farmers Pro reimagina la agricultura vertical a mediana y gran escala reciclando contenedores de carga para desarrollar soluciones de cultivo sostenible. Esta aproximación no solo optimiza el uso de recursos, sino que también aplica la tecnología e innovación modular de manera escalable.

Finalmente, TuPlaza está transformando los canales de distribución de alimentos en Colombia al digitalizar y facilitar la comercialización de productos agrícolas desde los productores hasta los centros urbanos. Esta startup conecta a hogares, restaurantes y tiendas locales con una oferta fresca, saludable y sostenible, apuntando a convertirse en la principal alternativa para las tiendas de abarrotes en toda Latinoamérica con productos directamente del campo.

Estas startups están desafiando la percepción común en Latinoamérica de que la expansión en la industria alimentaria depende exclusivamente de modelos tradicionales de negocios y prácticas operativas convencionales. Al innovar en cómo manejan la producción, distribución y la reducción de desperdicios, abren un amplio abanico de oportunidades para que los emprendedores escalen sus operaciones de manera más sostenible y eficiente.

Además de la innovación en modelos de negocios y prácticas operativas, otro aprendizaje crucial que emergió de nuestras discusiones es la necesidad de fomentar una cultura del no desperdicio en sociedades donde prevalece la abundancia. Latinoamérica, gracias a sus abundantes ecosistemas, es responsable del 12% de la producción agrícola mundial. Las startups están en una posición única para liderar este cambio de mentalidad, no solo a través de tecnologías que mejoren la eficiencia en la cadena de suministro, sino también educando a consumidores y empresas sobre la importancia de minimizar el desperdicio de alimentos.

Este cambio cultural es esencial para abordar el amplio desequilibrio entre el consumo y la sostenibilidad. Al integrar prácticas de consumo consciente y técnicas de producción más eficientes, podemos hacer un uso más responsable de nuestros recursos. Las startups como CurubaTech, Urban Farmers Pro, y TuPlaza no solo están redefiniendo los métodos de producción y distribución, sino que también están ayudando a moldear la percepción del consumidor sobre lo que significa consumir de manera responsable.

Construyendo un futuro sostenible: Un compromiso colectivo

La lucha contra el desperdicio de alimentos en Latinoamérica se fortalece con la colaboración entre diversos actores del ecosistema alimentario, incluidos los que participaron en las reuniones organizadas por Village Capital, como fundaciones, gobierno, fondos de inversión y emprendedores. Estas reuniones son en preparación para el programa Reshaping Consumer Behavior, un pilar fundamental en nuestros esfuerzos en sustentabilidad que está de vuelta este año y cuya convocatoria estará abierta hasta el 31 de mayo. 

Este programa busca contribuir a la reducción de los dos retos identificados. Prepara a las startups para abordar desafíos de manera autoconsciente ofreciendo mentoría, asesoramiento financiero y conexiones estratégicas, permitiendo a las empresas emergentes escalar sus soluciones de manera sostenible y enfrentar desafíos futuros. En paralelo, la herramienta de Village Capital, Capital Explorer, busca cerrar la brecha de conocimiento sobre las opciones de financiamiento alternativo, proporcionando a los emprendedores una plataforma interactiva para explorar el amplio espectro de opciones de financiamiento. Esto los empodera para tomar decisiones estratégicas e informadas que se alinean con la misión y visión de su negocio. 

Además, los participantes de nuestras reuniones han comenzado a implementar aproximaciones innovadoras en sus respectivos campos. Algunos están implementando tecnologías avanzadas para mejorar la trazabilidad y la eficiencia en la cadena de suministro, mientras que otros están desarrollando nuevas plataformas para facilitar el acceso a mercados más sostenibles y éticos. Dentro de las reuniones sobre cadena de suministro, contamos con la asistencia de la CPO de Arvita, Aline Azevedo. Esta startup revolucionó las operaciones minoristas utilizando inteligencia artificial para realizar pedidos de alimentos frescos, evitando el desperdicio por exceso de inventario o la pérdida de ventas por falta de stock. Estas acciones no solo muestran un compromiso con la reducción del desperdicio, sino que también promueven una mayor consciencia sobre el consumo responsable.

Cada contribución, desde la mejora de los procesos productivos hasta la implementación de prácticas sostenibles por parte de los consumidores y productores, es crucial para enfrentar las implicaciones sociales, económicas y ambientales de la crisis alimentaria. Solo a través de un esfuerzo colectivo y continuo podremos esperar lograr un impacto significativo en nuestro ecosistema.